Camila y Carla, dos ingenieras con ideas claras y mucha convicción. Al leer sus entrevistas, es fácil inspirarse y sentir que los cambios son posibles, que la diversidad y la innovación deberían ser la norma en todas las organizaciones. Porque los equipos de trabajo con amplitud de miradas lo hacen mejor, resuelven los problemas y enfrentan los desafíos de manera más robusta, bienvenida la inclusión.

Camila Santibáñez – Comisión Nacional de Energía

«Estudié Ingeniería Civil Eléctrica en la Universidad de Chile, donde también realicé un magíster en Ciencias de la Ingeniería Eléctrica. Actualmente trabajo como profesional del subdepartamento de Tarificación en Generación-Distribución en la Comisión Nacional de Energía. Tengo 30 años de edad. Los últimos 5 años he estado inmersa en el mundo del mercado eléctrico y su regulación. En lo personal, disfruto enormemente leer y ver series, ir al gimnasio a entrenamientos grupales y cocinar. En general, soy bastante inquieta y siempre estoy buscando aprender cosas nuevas».

«Mi vínculo con la industria energética surgió de manera muy orgánica gracias a haber estudiado ingeniería civil eléctrica. Desde niña, siempre tuve una gran afinidad por la ciencia y las matemáticas, lo que naturalmente me condujo hacia la ingeniería. Sin embargo, mi verdadera motivación para adentrarme en el mundo de la energía proviene de un profundo deseo, tal vez un tanto etéreo pero igualmente movilizador, de contribuir a cambios significativos en el mundo. La industria energética, debido a su conocida relevancia en múltiples aspectos de la sociedad, como en el desarrollo económico, tecnológico y medioambiental, se convirtió en el escenario ideal para hacer realidad mis motivaciones».

«Si no implementamos cambios significativos, seguiremos teniendo industrias carentes de diversidad, lo que inevitablemente afectará la obtención de buenos resultados en el desarrollo de la sociedad».

«Lo anterior también aportó en mi motivación para trabajar en el sector público. Como profesional en la CNE, una de mis responsabilidades principales ha sido llevar a cabo diversos procesos tarifarios, incluyendo la fijación del Valor Agregado de Distribución (VAD) y la Valorización y Expansión de los Sistemas Medianos. Esta tarea ha sido un enorme desafío en mi carrera, dado el nivel de complejidad del sector de distribución eléctrica y su evidente impacto en el consumidor final de energía. Además, esta experiencia ha resultado ser una valiosa oportunidad para fortalecer mi interés y aprendizaje de la regulación del mercado eléctrico, cuyo rol principal es mitigar los efectos de las fallas del mercado en el bienestar de la sociedad. Lo anterior también me condujo a cursar el Diplomado de Regulación de la Universidad Adolfo Ibáñez, el cual estoy pronto a finalizar».

«Lo primero que se me viene a la mente con el concepto de humanización energética es que la toma de decisiones en el sector energético debe estar completamente ligada a consideraciones humanas. Es decir, creo que como profesionales de la industria energética debemos apuntar a que se garantice que las políticas energéticas sean justas y equitativas, teniendo siempre en consideración las necesidades de todas las comunidades. Desde mi campo laboral lo experimento a diario, observando cómo afectan las diferentes políticas o regulaciones en temas tarifarios, a los distintos tipos de clientes según su origen (residencial, pyme, comercial, etc.) y ubicación geográfica. También he podido experimentar la humanización energética desde mi participación en el Comité de Género de la CNE, cuyas acciones se enmarcan en generar un cambio cultural hacia una institución más inclusiva y equitativa».

«Considero que es fundamental continuar trabajando en la creación de oportunidades equitativas para las mujeres, promoviendo su participación y liderazgo en todos los niveles. La mayor presencia masculina en ciertos sectores industriales no refleja la falta de interés, talento o expertiz femenina, sino más bien la falta de visibilidad de las mujeres en roles técnicos y/o de liderazgo, y las limitaciones que enfrentan en el desarrollo de sus carreras. Si no implementamos cambios significativos, seguiremos teniendo industrias carentes de diversidad, lo que inevitablemente afectará la obtención de buenos resultados en el desarrollo de la sociedad, y en específico en la industria energética, que todos esperamos».

Carla Asenjo – Agencia SE

«Soy ingeniera forestal, máster en gestión sostenible del ambiente y tengo alrededor de 15 años de experiencia en gestión de proyectos e implementación de políticas públicas. Soy de Temuco, toda mi vida he vivido en el sur, me gusta realizar actividades al aire libre para conectar con la naturaleza y practico yoga para relajarme. Creo que mi sello personal es ponerle corazón y compromiso a todas las cosas que hago, tanto en la vida profesional como personal».

«Mi vínculo con la industria de la energía nace a través de mi trabajo en el área de biocombustibles, que me permite ingresar al Ministerio de Energía en el año 2016, donde trabajé en las secretarías regionales de Los Lagos y de La Araucanía. En el año 2019 ingresé a la Agencia de Sostenibilidad Energética donde, junto con otras profesionales que veníamos del ministerio, formamos el área de Biocombustibles. Actualmente me encuentro liderando el área de Eficiencia Energética Residencial en Agencia SE».

«Está comprobado que las mujeres contribuimos a tener equipos más diversos, enfoques más amplios, mejoramos la integración y la resolución de conflictos, muy atingentes a los desafíos actuales de la industria».

«La humanización de la energía es darse cuenta que el desafío de la transición energética no es sólo técnico y económico, sino que debe incluir otros enfoques, como poner en el centro a las personas, la calidad de vida, el desarrollo local, abordar la pobreza energética y por consiguiente los impactos ambientales de esta actividad y sostenibilidad de la misma. En este sentido, creo que las mujeres tenemos un rol clave en la humanización energética, ya que tenemos una sensibilidad distinta y una capacidad de integración para abordar estos desafíos».

«Es importante la participación femenina en la industria energética, primero, por un tema de justicia. Somos parte de esta sociedad y tenemos derecho a desempeñarnos en el sector de nuestro interés y no debería ser un impedimento el ser mujer. No nos cuestionamos cual es la importancia o el aporte de los hombres en la industria. Pero además, tenemos mucho que aportar. Está comprobado que las mujeres contribuimos a tener equipos más diversos, enfoques más amplios, mejorar la integración y la resolución de conflictos, muy atingentes a los desafíos actuales de la industria. En lo personal, he trabajado con varias mujeres que me han inspirado y motivado a desarrollarme y crecer en este sector, y creo que tenemos la gran responsabilidad de seguir abriendo puertas a otras compañeras.