Tres profesionales de ENGIE; dos ingenieras (de distintas especialidades) y una abogada, son ejemplo de la diversidad presente en la industria energética local y también en nuestro programa Women in Energy WEC Chile. Conoce las declaraciones de Diana, Daniela y Francisca, integrantes de la quinta generación de esta iniciativa de liderazgo femenino y que dan cuenta de las sólidas convicciones que poseen de cara a la transición energética en curso.
Diana Ewing
“Soy una mujer que ama la vida, madre enamorada de mis 2 hijos, casada con un hombre corresponsable con su familia y motivada ingeniera civil industrial y ambiental de la Universidad Federico Santa María. Tengo 17 años de experiencia laboral en la industria del agua, energía, desarrollo y gestión de proyectos. Mis últimos 8 años has sido ligados al desarrollo de proyectos de agua y reconversión en el contexto de descarbonización y transición de la industria de energía hacia la carbono neutralidad y la adaptación al cambio climático. Actualmente soy Gerenta de Desarrollo de Negocios en ENGIE Chile y Directora-VP de la Asociación Chilena de Desalinización y Reúso (ACADES)”.
“Mi vínculo con la energía nació un poco al azar. Sin experiencia en la industria y sin ninguna expectativa me atreví a postular a un cargo que sentía me quedaba grande. Fui con cero ansiedad, pero preparada y mostrándome tal cual soy en lo personal y profesional. ¡Qué mejor estrategia! Quedamos encantadas con mi jefa de ese entonces e inicié mi camino en el sector energético por allá en el 2015. Mi exjefa creyó en mis valores y actitud más que en mi experiencia y me dio una gran oportunidad de desarrollo profesional”.
«Tenemos una responsabilidad enorme como industria energética en tomar acción acelerada para enfrentar la crisis climática que estamos viviendo».
“En mi opinión, la humanizacion energética es transitar hacia la sostenibilidad en todos los sectores productivos y en la vida misma. El factor humano, medioambiental y social son los nuevos pilares, tan importantes como los son el económico. Estos deben permanecer en equilibrio para que cualquier proyecto sea exitoso y así el presente y futuro de nuestra sociedad sea posible».
«Debemos trabajar colaborativamente todas y todos. Tenemos una responsabilidad enorme como industria energética en tomar acción acelerada para enfrentar la crisis climática que estamos viviendo y donde somos actores claves. Hoy no solo vivimos una transformación energética, sino que también cultural”.
“Para enfrentar el cambio de paradigma y la transición energética, es necesario contar con diversidad de miradas. Mi experiencia escolar, universitaria y laboral siempre ha estado rodeada de hombres. En esos ambientes, las mujeres somos más cautelosas y nos cuesta sacar la voz con valentía. Con los años, algunas nos vamos empoderando y dando a conocer nuestra voz y estilo de liderazgo, pero necesitamos que esto se acelere y no pasen 300 años para lograr ese equilibrio que nos hace bien a hombres y a mujeres».
«Agradezco la oportunidad de poder pertenecer a este programa de liderazgo femenino (Women in Energy WEC Chile), así como también en otras instancias que lleva a cabo ENGIE, porque sabemos que la transición energética debe contribuir no solo al desarrollo de nuevas fuentes de energía renovable, sino que también al papel de la mujer en el sector”.
Daniela Ruz
“Soy ingeniera en Recursos Naturales de la Universidad de Chile y máster en Derecho Ambiental. Cuento con más de 10 años de experiencia ligados al rubro energético. He realizado consultorías en los sectores público y privado, también he trabajado en el extranjero y actualmente lidero el área de Medio Ambiente y Permisos de la Gerencia de Asuntos Corporativos en ENGIE Chile. Me gusta viajar y realizar actividades al aire libre. Participo activamente en iniciativas orientadas a la equidad de género y en causas de protección animal. Me defino como una persona apasionada por lo que hago, con convicción y empática”.
“Mi vínculo con la industria energética nace al realizar mi tesis de pregrado. Mi anhelo durante la universidad era trabajar y aportar en temas ambientales desde el servicio público, pero cuando comencé a involucrarme en proyectos de energía, como insumo de información para mi tesis, descubrí que me gustaba el sector. La investigación de mi memoria consistía en evaluar consideraciones ambientales y sociales en proyectos de microredes en localidades rurales que no contaban con acceso a alumbrado público, donde pude dimensionar el impacto que los proyectos generaban en la comunidad, en al medio ambiente y cómo con mi gestión podía contribuir. En ese momento me di cuenta que me quería dedicar a temas de energía».
«Posteriormente comencé a trabajar en distintas empresas de la industria energética donde adquirí la experiencia que hoy tengo, ligada a temas ambientales y de permisos. También trabajé como consultor externo para empresas de generación y por dos años compatibilicé mi carrera profesional con la docencia”.
«Aumentar la participación femenina (en la industria energética) no solo permite cumplir con metas de equidad de género, sino que también aporta a que la organización cuente con una mirada distinta»,
“En mi opinión, la humanización energética es la forma cómo se abordan las distintas consideraciones y desafíos que implica la transición energética, no solo en relación a conseguir un objetivo o el desarrollo de proyectos, sino también en cómo hacemos más consciente dicho proceso, desde la representatividad, la diversidad, el cuidado del medio ambiente, poniendo en el centro a las personas y considerando una participación activa de todos los actores involucrados”.
“La participación femenina es importante por muchos factores. Desde mi experiencia, me he desenvuelto en ambientes diversos. He tenido jefaturas de ambos géneros quienes me han inspirado mucho durante mi carrera profesional y actualmente lidero un equipo compuesto mayoritariamente por mujeres. Sin embargo, es clave la participación de mujeres en energía por el tipo de liderazgo que podemos ejercer. Que cada día aumente la participación femenina no solo permite cumplir con metas de equidad de género, sino que también aporta a que la organización cuente con una mirada distinta, con otras formas de trabajar, con flexibilidad y cercanía, lo cual finalmente permite tomar mejores decisiones”.
Francisca Vásquez
«Soy abogada desde hace 15 años y LLM de la Universidad de Chicago. En lo personal, soy casada y tengo 4 hijos. Me encanta hacer deporte, estar en familia y pasar tiempo al aire libre. Algo que me define es que nací y fui al colegio en Punta Arenas (una parte mía siempre quiere volver a vivir allá).
«Mis contactos con el mundo de la energía empezaron en mi primer trabajo en el estudio de abogados Prieto y Cia, donde veía muchos temas de ENGIE, que en ese entonces se llamaba Edelnor. Luego trabajé como asesora legislativa en el Ministerio del Interior, del cual me fui para ir a estudiar a Estados Unidos. La energía siempre me pareció una industria fascinante que mezclaba la actividad empresarial con una necesidad esencial para la población y el progreso del país, por lo que cuando volví y se abrió la oportunidad de incorporarme a ENGIE que no tuve dudas en aceptar. y ya llevo 8 años en la Gerencial Legal de esta compañía.
«La incorporación de las mujeres al mundo laboral, en general, enriquece a toda la sociedad, en la medida que los hombres también puedan compartir roles tradicionalmente asociados a nosotras».
«Para mí la humanización energética pasa por poner al centro de la industria a las personas, ello implica, en primer lugar, el acceso de todos a la energía. Hoy más de 700 millones de personas en el mundo no cuentan con electricidad, lo que significa una gran precariedad en cuanto a las condiciones de vida y una gran desventaja respecto a las posibles oportunidades de esas personas en un mundo digitalizado como el actual. En segundo lugar, implica el cuidado de nuestro planeta, para ello es clave avanzar en la descarbonización y el desarrollo sostenible de los proyectos».
«Las mujeres representamos la mitad de la población del planeta y ciertamente tenemos las mismas capacidades intelectuales que los hombres, entonces, la falta de representación de mujeres hace perder mucha riqueza en cuanto al análisis de las problemas y la búsqueda de posibles soluciones. Además, tenemos habilidades complementarias: en mi caso, teniendo la suerte de trabajar en una empresa muy comprometida con la participación femenina en la que tenemos grandes referentes de mujeres, he podido ver cómo los equipos de ven fortalecidos con el incremento progresivo de la participación femenina. Asimismo, considero que la incorporación de las mujeres al mundo laboral enriquece a toda la sociedad. En la medida que los hombres también puedan compartir roles tradicionalmente asociados a nosotras, como el cuidado de hijos, seres queridos y las responsabilidades domésticas -lo cual fortalece las relaciones personales y familiares- nos convierte en una sociedad más sana y empática».